martes, 27 de mayo de 2008

La fosa común más grande del Perú

Es una historia que parece haber salido de la sección “ciencia ficción” o de “terror” de cualquier librería. Pero quienes conocemos algo de lo sucedido durante los años más cruentos del conflicto armado interno que vivió y sufrió nuestro país, sabemos que la ficción nunca podrá superar a la realidad y todo lo que nos podamos imaginar siempre quedará chico, contrastado con la realidad que parece restregarnos en la cara que aún se ha hecho muy poco por las víctimas del conflicto y por sus familiares.

Y parte de esa realidad es que en diciembre de 1984, más de 123 pobladores de las comunidades de Vizcatampata, Cayramayo, Sinhuamachayniyocc, Orccohuasi y Mashuacancha se acercaron a la Base Militar de Putis en Ayacucho, buscando protección ante el constante asedio de parte de los subversivos. Buscaron protección pero encontraron la muerte y quienes debían ser los protectores terminaron siendo los verdugos de niños, adultos y ancianos.

A los pobladores, estando en la base militar, se les ordenó cavar una fosa para la construcción de una piscigranja. Todo era mentira. Por información obtenida de la asociación Paz y Esperanza y del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) se sabe que una madrugada los reunieron, y separaron a los varones de las mujeres y niños con la finalidad de ultrajar a las mujeres, luego de ello, con la mentira de la construcción de una piscigranja, se les hizo cavar un hoyo, para luego fusilarlos y enterrarlos en el mismo. Ni más ni menos.

Estos hechos macabros solo pudieron venir de mentes macabras, perversas y enfermas, pero además se pudo instaurar este tipo de actos por la carta blanca que tenían los miembros de las Fuerzas Armadas quienes, en nombre de la lucha contra el terrorismo, violaron sistemáticamente los derechos fundamentales de la población. Tal como afirma la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) en su conclusión 55:

“La CVR afirma que en ciertos lugares y momentos del conflicto la actuación de miembros de las fuerzas armadas no sólo involucró algunos excesos individuales de oficiales o personal de tropa, sino también prácticas generalizadas y/o sistemáticas de violaciones de los derechos humanos, que constituyen crímenes de lesa humanidad así como transgresiones de normas del Derecho Internacional Humanitario.”
(Conclusiones Finales CVR)


Habría que recordarles a los que critican el Informe Final de la CVR que prácticas generalizadas no son solo “excesos”, prácticas sistemáticas no son “hechos aislados”, prácticas generalizadas no son producto de “malos elementos”. No señor. Prácticas generalizas y sistemáticas fueron los medios que se utilizaron oficialmente, lo que significa que toda la línea de mando estaba enterada y de acuerdo con este modo de proceder que causó el 45% de víctimas según el Informe Final de la CVR.

El caso de Putis fue documentado por la CVR:

“Los efectivos del orden recibieron a los pobladores que llegaron a Putis y los reunieron en el local donde funcionaba el colegio, juntándolos con otros pobladores a quienes los soldados habían sacado de sus viviendas. Les aseguraron que a partir de ese momento les darían protección y colaborarían con ellos en diversas obras para mejorar la calidad de vida de la población. Con ese pretexto los militares ordenaron a los varones, apuntándolos con sus armas, que caven una gran poza; a algunos les dijeron que era para construir una piscigranja en la que criarían truchas, mientras a otros, les aseguraron que allí construirían casas.

Sin embargo, cuando estuvo lista la supuesta piscina, los efectivos militares reunieron al centenar de pobladores alrededor de la poza, entre los que habían hombres, mujeres y niños, y sin mayor explicación les dispararon a matar.

Los asesinaron porque tenían sospecha de que estaban vinculados a la subversión; además, para lucrar con el producto de la venta del numeroso ganado de propiedad de los campesinos que, luego de los hechos, comercializaron en Marccaraccay.

Los militares cubrieron los cadáveres que se encontraban en la fosa con tierra y piedras. Otra parte de las víctimas habría sido sepultada al interior de un aula en la escuela.”
(Tomo VII del Informe Final de la CVR)


El Equipo Peruano de Antropología Forense, está a cargo de las exhumaciones de los cuerpos, mientras que la Fiscalía, sociedad civil, autoridades locales, líderes sociales y familiares esperan que se esclarezcan estos hechos, identificando claramente a los responsables para que se conozca la verdad de lo sucedido. Asimismo esperan encontrar a los oficiales responsables de la matanza, de quienes se conocen sus seudónimos: Oficial “Lalo”, el Teniente “Bareta” y el Comandante “Oscar”.

Y todavía hay miembros del Ejército que argumentan que estos hechos no fueron sistemáticos, sino aislados. Cada vez más los hechos demuestran que matar fue la política y hacerlo cruentamente, el modo de proceder.

domingo, 25 de mayo de 2008

Comunicación para la integración

¿Por qué en un continente tan rico hay tanta pobreza? ¿Qué significa vivir en la región más desigual del planeta? ¿Qué implicancias tiene para la salud pública, para la educación, para la movilidad social, para la gobernabilidad democrática, vivir en la región más desigual del planeta?.

Esas son algunas de las preguntas que Bernardo Kliksberg se hace en el libro “Comunicación para la integración. Prácticas y desafíos en la región Andina” editado por la Comunidad Andina.

Del mismo modo, María Teresa Quiroz se pregunta ¿De qué modo la comunicación puede contribuir a crear esta comunidad de ciudadanos y ciudadanas y apostar por la integración en la región? ¿Pueden los medios de comunicación y los periodistas contribuir a crear un estado de ánimo regional?¿Recogen los medios de comunicación las prioridades de la agenda de ciudadanos y ciudadanas?, entre los cuestionamientos más resaltantes de su presentación

También se pueden encontrar aportes de Javier Darío Restrepo, Jesús Martín Barbero, entre otros.

El libro pueden descargarlo de la página de la Comunidad Andina o directamente haciendo Clic aquí.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Lo mejor de Cusco

Los lugares que no aparecen en los libros de los turistas, quizás sean los mejores sitios, no para visitar, sino para conocer a su gente. Cusco no es la excepción.

Aquí dos simpatiquísimas jovencitas que posaron para mi Pentax en el 2007.

jueves, 1 de mayo de 2008

Sheila

Las sábanas rosadas de su cama de alquiler cobijaban a Sheila. Se hallaba con el corazón apagado y las articulaciones soldadas. Se le veía más pálida de lo normal y su cabellera larga le tapaba la mitad del rostro. Tenía un gesto como suspirando un “no” lleno de susto. Un gesto que no terminó de concretar. Sus ojos abiertos, salidos y asustados contenían una lágrima, que, al igual que el gesto, no terminó de salir. Su piel suave despedía un olor frío. De su cuerpo descubierto resaltaban los senos rígidos por un prematuro rigor mortis que la mantenía inmóvil. Por la boca medio abierta ya no transitaba ningún respiro y jamás volvería a emitir sonido alguno.

Habían tres colillas de cigarrillos en un cenicero amarillento y quemado dispuesto a un costado de la cama. Cualquier idiota, aprendiz de investigador, pudo darse cuenta que uno tenía un colorete carmesí y dos estaban secos, sin manchas, como prendidos para que se consuman y nada más.

Su ropa estaba cuidadosamente desordenada, sobre los zapatos negros descansaba su falda de trabajo, a lado una blusa roja y la ropa interior encima de la cama. Había una silla de madera frente a un tocador antiguo con un espejo roto en una esquina, que también estaba cargada de ropa, pero ese desorden o no era reciente, o no era natural. Todo parecía artificialmente organizado, hasta las pantys apretadas alrededor del cuello parecían colocadas con mucho rigor para dar la impresión de que ese era el panorama normal.

Dos tipos tomaban apuntes mientras husmeaban por los cajones del peinador y en los bolsillos de toda la ropa arrinconada, era evidente que buscaban algo para llevarse mientras se repartieron implícitamente la pequeña habitación donde cada uno buscaba algo que le interese. Uno se llevó unas joyas de fantasía y el otro puso una pañoleta verde con hilos brillantes en su bolsillo. Un tercero empezó a fotografiar el cuerpo, masticaba un chicle. Tenía el rostro demacrado, era más viejo que los otros dos y sus ojeras grandes asentaban la cara de aburrimiento. Le tomaba las fotografías como si fuera una sesión fotográfica de una estrella. No sólo capturaba imágenes de ella sino de todo lo de alrededor, los zapatos, la falda, la bluza roja, la ropa del peinador y de la silla, las colillas del cenicero, las medias apretando el cuello, hasta los ojos saltados tuvieron que ser presa del flash de la cámara.

Llegó alguien con cara de comisario. ¿Lo de siempre? preguntó a los que antes estaban ahí. Le devolvieron un si con desgano. Se acercó al rostro pálido y le retiró los cabellos, se alzó el pantalón y se puso de cuclillas para mirar muy cerca su cuello, luego retiró las medias negras que lo envolvían. Y nada cambió. Mandó que tapen el cuerpo mientras esperaban a que se lo lleven, no habría investigación. Sabía que el informe era prácticamente una plantilla por llenar que no demandaría nada a nadie, y en realidad era casi lo mismo que escribirían los periodistas que empezaban a llegar y que pululan alrededor de las comisarías buscando sus notas policiales.

Ay Sheila, dijo mientras se levantaba y metía una mano al bolsillo del saco para buscar una cajetilla de cigarros. Ay Sheila -dijo nuevamente- tan chibola y vienes a morir como una putita cualquiera.